Contexto Histórico:
El inicio de nuestra lucha emancipatoria en 1811, tuvo fuertes contradicciones en relación a sus intereses y composición de clases, una fuerte elite mantuana monopolizaba la dirección de la lucha por la independencia y seguía reproduciendo las lógicas excluyentes de la colonia, dejando por fuera de la propuesta independentista a la mayoría de los sectores y castas que componían a la sociedad Venezolana de ese momento (negros, zambos, mestizos, indígenas), situación que trajo como consecuencia que la mayoría de la población viera como ajeno e incluso contrario las banderas de la república que comenzaban a levantarse en ese momento.
Para algunos historiadores, como Luis Britto García, esta situación fue la que llevaría al fracaso de la II República y que obligaría a los patriotas, liderizados por el Libertador Simón Bolívar, a incluir necesariamente a los sectores populares y sus demandas históricas dentro del proyecto de la independencia.
Una de estas contradicciones expuestas están representadas en José Tomas Boves, un sanguinario caudillo al servicio de los realistas pero que según autores como Francisco Herrera Luque (Análisis ético-moral sobre Venezuela) Boves intentó unirse a la causa patriota, apoyando económicamente la causa independentista. Fue acusado de traidor, posiblemente por ser simplemente un pulpero y no de la aristocracia mantuana y sentenciado a muerte. Lo cierto es que lo libera en Calabozo el jefe militar español Eusebio Antojanzas; y se unió a la columna de vanguardia del ejército de Domingo de Monteverde bajo el mando de Antojanzas.
En poco tiempo, Boves logra convertirse en el feroz caudillo llanero, improvisado por el odio, y es movido más por sus deseos de venganza que por el fanatismo realista que representa.
Desde fines de 1813, Boves logra armar un gran ejército para enfrentar a los independentistas, avanza desde la llanura sobre la montaña y desborda la barbarie sobre la naciente república.
La situación se agrava con la aproximación del poderoso ejército de Boves sobre el centro. Bolívar intenta detener las hordas invasoras oponiéndoles un gran número de tropas al mando de Campo Elías, pero éste es arrollado en la batalla de La Puerta y sus tres mil soldados son acuchillados sin misericordia. Tal desastre amenaza de muerte la existencia de la república ( Eduardo Blanco, 1959.)
Campos Elías vencido, la catástrofe parecía inminente, nada parecía poder detener a Boves, que arrasaba todo a su paso, incendiando centenares de aldeas, sembrando el terror y haciendo temblar la tierra a su paso.
Bolívar desde Caracas, sin detenerse a deplorar sobre los amenazantes hechos, echa a andar un nuevo plan de ataque y defensa. Establece a Valencia como cuartel general, se le exige a Urdaneta que combata en Occidente para reforzar con parte de sus tropas las milicias que se organizan en Valencia; y se insta a Mariño a que acuda en auxilio del Centro.
Se pone a prueba el patriotismo y se convoca a todo aquel que sepa manejar un fusil para que se haga soldado.
El General José Félix Ribas, que había sido designado por Bolívar como gobernador militar de Caracas, también acude al llamado y se presta a organizar un ejército para avanzar hasta los Valles de Aragua en defensa de la república.
Pero como escribiera Eduardo Blanco, “En tres años de lucha, Caracas había ofrendado toda la sangre de sus hijos al insaciable vampiro de la guerra; hallábase extenuada, sin hombres que aprontar a la defensa de su invadido territorio; y al reclamo de la patria en peligro, solo había podido ofrecerle sus más caras esperanzas: los alumnos de su universidad”. (Venezuela Heroica 1959).
Es entonces como el ejército que logra reclutar Ribas, no estaba compuesto en su mayoría por expertos militares sino por inexpertos jóvenes seminaristas y de la Universidad de Caracas (hoy UCV) que se enrolaron en su patriotismos para acudir a defender la naciente república.
Ribas acude a La Victoria con no más de siete batallones que no exceden en su conjunto de 1.500 plazas, un escuadrón de dragones y cinco piezas de campaña.
La Batalla de La Victoria:
Boves, que se había detenido en Villa de Cura, decide marchar con su ejército sobre La Victoria, el 12 de febrero de 1814, a las 7 de la mañana; y al poco tiempo, las márgenes del río, las montañas que dominan la ciudad y parte del poblado quedan bajo mando del enemigo.
Del lado republicano se preparan para la resistencia y ante la proximidad de Boves y sus legiones, José Félix Ribas se dirige a sus tropas en palabras que quedarían para la historia: “Soldados: Lo que tanto hemos deseado se realizará hoy: he ahí a Boves. Cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos; pero aún me parece escaso para disputarnos la victoria. Defendéis del furor de los tiranos la vida de vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo de la patria; mostradles vuestra omnipotencia. En esta jornada que será memorable, ni aun podemos optar entre vencer o morir: ¡necesario es vencer! ¡Viva la República!”
Los efectivos republicanos construyeron una impresionante resistencia al empuje de las tropas realistas. Extremo encarnizamiento preside la batalla; se combate cuerpo a cuerpo; el puñal y sable vibran ensangrentados; las bayonetas y las lanzas se chancan despidiendo relámpagos; los muertos sirven de barricada a los vivos. Rugidos y lamentos se escapan de aquella aglomeración de miembros mutilados que las balas golpean y destrozan la metralla (Eduardo Blanco 1959). Al caer la tarde, la batalla aún no se había decidido por ninguno de los dos bandos. Pero cuando la refriega arreciaba, los patriotas reciben un refuerzo de 220 soldados de caballería a cargo de Vicente Campo Elías, procedente de San Mateo. Horas después, los realistas se retiraron del combate.
José Félix Ribas y sus jóvenes soldados se coronaron de gloria. Por ahora, la república estaba a salvo y sus nombres pasarían a la posteridad de la historia.
Bolívar, al saber la victoria, le concedió a Ribas el título de “Vencedor de los Tiranos”.
Día de la Juventud:
El 10 de febrero de 1947, la Asamblea Constituyente decretó celebrar cada aniversario de la batalla como el Día de la Juventud, en honor a los jóvenes que lograron esta importante victoria. En la plaza principal de La Victoria, existente hoy en día, hay un grupo escultórico inaugurado en 1895, y elaborado por Eloy Palacios, que representa a Ribas dando indicaciones a unos jóvenes sobre el manejo de un fusil.
Retos de la juventud hoy:
Los jóvenes de hoy, debemos ser fieles a la tradición patriótica revolucionaria que ha tenido la juventud y nuestro pueblo a lo largo de toda su historia. Hoy debemos encausar toda nuestra creatividad, insurgencia y rebeldía en la profundidad y compromiso que los nuevos tiempos exigen. Hoy cuando los jóvenes del mundo están siendo golpeados por un sistema que les confisca su futuro, los jóvenes venezolanos debemos convertirnos en ejemplo y referencia donde se miren los jóvenes que resisten y buscan una alternativa ante el avasallante capitalismo. Debemos convertirnos en la vanguardia y en los catalizadores de los procesos de transformación que hoy se impulsan en nuestro país.
Hoy la tarea sigue siendo la defensa de la Patria, pero si ayer fue a través de la defensa de la república, hoy la tarea es mucho más compleja; defender y seguir construyendo Patria a través de la construcción y consolidación del socialismo como única salida posible a la hecatombe capitalista.
Al igual que ayer, hoy no se nos está permitido optar entre vencer o morir, hoy, necesario es vencer.
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